sábado, 14 de junio de 2025

Francisco Escobar lanza su nuevo sencillo “Un pelo de la cola”: una mirada crítica e íntima a los deseos humanos

 Francisco Escobar lanza su nuevo sencillo “Un pelo de la cola”: una mirada crítica e íntima a los deseos humanos

Santiago de Chile, 14/06/2025 — El cantautor Francisco Escobar presenta su más reciente sencillo titulado “Un pelo de la cola”, una canción cargada de reflexión, ritmo y un mensaje profundo que retrata, con aguda inteligencia, las paradojas de la vida moderna.

Con una fusión entre el pop alternativo y matices de folk latino, "Un pelo de la cola" reafirma el estilo introspectivo y poético de Escobar. La letra explora con lucidez temas como el ego, la ambición y la constante sensación de carencia en un mundo de abundancia, todo envuelto en una propuesta sonora fresca y cruda.

"Esta canción nació de una conversación casual, una de esas frases que se dicen al pasar, pero que resumen todo. Habla de esa sensación de tenerlo todo... y aún así sentir que eso no vale nada, que la vida y la muerte carecen de valor, que todo es un pelo de la cola", comenta el artista.

Con “Un pelo de la cola”, Francisco Escobar sigue consolidando una propuesta musical auténtica dentro de la escena iberoamericana, destacándose por letras con peso filosófico y sonidos que invitan tanto a la introspección como al disfrute.

Escucha “Un pelo de la cola” en Spotify, Apple Music y YouTube.

Sigue a Francisco Escobar en redes sociales:
Instagram: francisco.escobar.delafuente
YouTube: @franciscoescobar1987


jueves, 22 de mayo de 2025

Francisco Escobar lanza "En el cuarto de al lado ha nacido una guagua": Una Crítica Social Profunda y Urgente

SANTIAGO, CHILE – [jueves 22 de mayo del 2025] – El reconocido músico chileno Francisco Escobar presenta su más reciente sencillo, "En el cuarto de al lado ha nacido una guagua", una canción que trasciende lo meramente musical para convertirse en un potente manifiesto sobre la alienación y la deshumanización en la sociedad contemporánea.

Con una lírica cruda y directa, Escobar nos invita a reflexionar sobre la transformación de los valores y la mercantilización de lo que alguna vez fue intrínsecamente humano. La canción se abre con imágenes que evocan el flujo incesante del capitalismo: "Compra agua, vende trigo / Polvos mágicos de su bolsillo", sugiriendo la facilidad con la que lo tangible y lo esencial se convierten en mercancía. La progresión de "De un castillo de arenas / A una casi casa una villa entera" ilustra la precarización de la existencia, donde incluso los sueños más básicos se vuelven inalcanzables o efímeros.

Uno de los puntos más agudos de la composición reside en la crítica a la metamorfosis de los objetos y, por ende, de las personas: "Metal circular cambia a plástico / y de plástico a electrónico". Esta secuencia no solo describe la evolución tecnológica, sino que metaforiza la pérdida de la esencia y la substancia.

Sin embargo, es en la segunda parte de la canción donde el mensaje de Escobar alcanza su máxima intensidad. La repetición "Y de mano en mano y de bolsillo en bolsillo" enfatiza la circulación incesante de todo, incluyendo lo vivo. La impactante contraposición "lo que era borrego... / lo que era humano" culmina en una revelación desgarradora: "ahora es tu prisión, estúpido, es de vío, eres tú". Aquí, Escobar no solo señala al sistema como opresor, sino que interpela directamente al oyente, confrontándolo con su propia complicidad o con la internalización de las cadenas invisibles de esta nueva realidad. La "prisión" no es externa, sino una construcción interna forjada por la deshumanización.

"En el cuarto de al lado ha nacido una guagua" es más que una canción; es un grito de alerta, una llamada a la conciencia en un mundo que parece olvidar su propia humanidad. Francisco Escobar, con su inconfundible estilo, logra encapsular en esta pieza la angustia y la reflexión profunda sobre la condición humana en la era de la hiperconexión y la desconexión social.

Este sencillo ya está disponible en todas las plataformas digitales.


Contacto de Prensa:
@el.tanatopractor

miércoles, 19 de julio de 2017

La naturaleza de la vida está constituida por la estructura del deseo: pulsión de vida, pulsión de muerte. / Por Macarena Yupanqui


  La naturaleza de la vida, está constituida por el deseo, o más bien, el deseo es inherente a toda manifestación de vida. Así como los protones y los electrones crean fuerzas de atracción y de repulsión, debido a su carga eléctrica positiva y negativa respectivamente, la psique humana se comporta en relación a atracciones y rechazos. Ahora bien, en ambos casos, podemos reconocer la presencia de una similitud de movimiento, pero aparentemente desconocemos la naturaleza de estas fuerzas, desconocemos el motor que inicia el movimiento y, es justamente en este punto, donde aparece la idea del deseo como motor de vida.
  Es preciso, entender el  movimiento, como el modo en que se manifiesta la vida. Todo es, gracias al movimiento. Siguiendo con el ejemplo anterior, las partículas subatómicas que dan vida a la materia, funcionan gracias al movimiento, la vida humana también responde debido al movimiento de quien la vive, etc. Es decir, debemos partir entendiendo el deseo como motor de movimiento. Esto implica necesariamente, salirse de la idea tradicional de sujeto-objeto, donde es el sujeto quien va en busca de lo deseado para obtenerlo, como si fuese un otro. Esto nos sitúa en entender el deseo como una dualidad: “la cuestión del deseo se convierte fácilmente en la de saber si es lo deseable lo que suscita el deseo o, por el contrario, el deseo el que crea lo deseable”[1]. Visto con esta idea de sujeto-objeto, no se explica su naturaleza, más bien se desvirtúa, ya que lo pone en la categoría de la causalidad.[2] Para el sicoanálisis, el deseo es más bien el movimiento hacia algo otro, algo que le falta a sí mismo, que está presente en el sujeto que desea, pero en forma de ausencia, es decir, se sale de la idea de dualidad y, si es que hubiese una causa, esa sería la presencia de la ausencia. No hay separación ni oposición: hay movimiento.
  La relación entre presencia y ausencia, sería constitutiva del deseo mismo, y a su vez el deseo de toda manifestación de vida. La constitución del deseo la podemos ver representada más explícitamente en la idea de la naturaleza de Eros dada en  El Banquete de Platón. Eros es concebido en la fiesta del nacimiento de Afrodita, por Poros y Penia. Poros representando la abundancia y Penia, la pobreza. Eros por tanto, tendría doble naturaleza, oscila entre lo mucho y lo poco, lo bello y lo feo, lo agitado y lo calmo, lo caliente y lo frío, el amor y el odio, la vida y la muerte. Y es este movimiento oscilatorio, el que constituye la esencia de lo que somos, en tanto cómo nos constituimos naturalmente, hasta cómo se manifiesta nuestra psique en el desarrollo de la vida y las relaciones. Desde el nacimiento, el bebé desea todo lo que le fue quitado abruptamente al dar a luz, desea todo eso que poseía cuando estaba en el vientre materno. Es ahí donde se inicia la búsqueda, el camino, el movimiento que nos conduce a la obtención de eso que nos falta, de eso que creemos ajeno en tanto deseado, pero que no es más que la manifestación de nuestro inconsciente, el cual clama por recuperar lo perdido. Pareciera que el deseo tiene la función de unificar, de ser la fuerza mantenedora, de ser el nexo que mantiene la unión, la unión que hace posible la vida. Sería una especie de neutrón, que está ahí para mantener la relación entre positivo y negativo, pero siempre inclinado al bien. Aristóteles dice que “Todo arte y toda investigación, al igual que toda acción y toda deliberación consciente, tienden, al parecer, hacia algún bien. Por esto mismo se ha definido con razón el bien como <<aquello a lo que tienden todas las cosas>>”[3].
Entendiendo el deseo como análogo a Eros por su doble naturaleza y, comprendiendo también la facultad de originar el movimiento, es posible hablar del deseo, según lo planteado por Lyotard, como una pulsión o un bombeo que permite el paso de la vida a la muerte, entendiendo vida y muerte no necesariamente de manera literal, sino más bien como dos extremos dados en la experiencia de estar vivos. Hay que comprender, cómo es el recorrido, qué ocurre mientras vamos de una pulsión a otra. Estas pulsiones se manifiestan en nuestra vida, de la siguiente forma: lo primero que reconocemos es la carencia, el defecto y es este el que emite la primera señal de alerta para iniciar el movimiento. Nos vemos afectados, incómodos o inquietos; en primera instancia, no sabemos el origen del desagrado, pero basta que nos detengamos un poco, para poder dilucidar que aquella incomodidad está anunciando una necesidad. Y eso que necesito, precisamente es lo que no tengo, por lo que automáticamente la incomodidad se transforma en motivación, motivación de ir hacia eso algo que no tengo, o más precisamente, ir hacia eso algo que no tengo porque me fue quitado. Esta motivación, nos hace salir de este estado inicial de tedio, nos hace movernos, caminar hacia lo deseado. Nos entusiasmamos porque queremos satisfacernos y esa satisfacción se logra, llegando a lo que nos falta. Una vez obtenido aquello, o en otras palabras, una vez unificados por fin presencia y ausencia, es que esa unificación, ese todo, se satura de sí rápidamente. Colapsa la unión, como si ambas naturalezas no pudiesen coexistir, como si la necesidad de constante separación y unión fuese el vínculo que permite su mantención. Del colapso, nuevamente nace la separación, y así el camino de vuelta a lo incompleto, para estar ahí, esperando nuevamente la incomodidad que inicie el movimiento. Es de esta forma, que el deseo puede ser entendido como pulsión de vida y muerte, del paso del ser al no ser y viceversa.
 No debemos olvidar, que las pulsiones tienen experiencias de deseo positivas y negativas. Es importante, reconocer ambas naturalezas, para poder saborear el movimiento. Podemos partir detestándonos a nosotros mismos, por lo cual deseamos y buscamos el amor o la calma que necesitamos; o bien, podemos ya amarnos, y desde ahí buscar el malestar o el odio. El amor no se basta a sí mismo, tanto como el odio tampoco. Así como el deseo tiene doble naturaleza, el humano particularmente dentro de las especies vivientes, también posee esta doble naturaleza. Como diría Nicanor Parra, “es un embutido entre ángel y bestia”.[4]  “Lo que quiere el filósofo no es que los deseos sean convencidos y vencidos, sino que sean examinados y reflexionados”[5]. La idea no es vencer el odio, o el tedio, sino más bien, vivirlos, acogerlos, pensarlos, creerlos. Ya que negarlos, no es más que negar nuestra propia naturaleza. El contenido sustancial de la sabiduría de vida, está en la experiencia de pasar de un extremo a otro, vivir el proceso como único propósito.
“¿Por qué no existe unidad a secas, la unidad inmediata, sino siempre la mediación del uno a través del otro?”[6]  La respuesta a esto, está en el deseo. Es este, el que origina la separación, entendiendo esta separación, como necesidad, como condición primordial para que se ejecute la vida. La idea de la unificación, o del todo, pareciera acercarse a la inmovilidad, y no hay vida posible en lo inmóvil. Es por eso que el deseo aflora desde la más pura energía vital, para evitar que el colapso del todo sea destructivo y pereciente, y hacer de él un loop, un eterno moverse, que pasa a ser el más puro e interno sentido de la vida. Debemos entender el sentido de vida, no como alcanzar un objetivo, ni obtener lo deseado, sino más bien comprender la importancia del proceso, entendiendo el proceso como el ir y venir producido por el deseo. Es ahí donde se encuentra el sentido. Aprender a sentir el paso de un lado a otro. Entender que la vida, análoga a la sabiduría en El Banquete de Platón, es “presencia de una ausencia y sobre todo porque ella es conciencia de intercambio, intercambio consciente, conciencia de que no hay objeto, sino únicamente intercambio”[7].





Bibliografía
Lyotard, J. F. (1989). ¿Por qué filosofar?, Barcelona, España. Ediciones Paidós.
Platón (1988) El Banquete, Madrid, España. Editorial Gredos.




[1] Lyotard, J F. (1989). ¿Por qué filosofar?, Barcelona, España. Ediciones Paidós. Pág. 81.

[2] Lyotard, J F. (1989). ¿Por qué filosofar?, Barcelona, España. Ediciones Paidós. Pág. 81.

[3]  Aristóteles (1985). Ética Nicomaquea, Madrid, España. Editorial  Gredos. Pág. 19
[4]  Parra N. (1954). Poemas y antipoemas, poema Epitafio. Santiago, Chile, Editorial Nascimiento.
[5] Lyotard, J F. (1989). ¿Por qué filosofar?, Barcelona, España. Ediciones Paidós. Pág. 95.

[6] Lyotard, J F. (1989). ¿Por qué filosofar?, Barcelona, España. Ediciones Paidós. Pág. 98.

[7] Lyotard, J F. (1989). ¿Por qué filosofar?, Barcelona, España. Ediciones Paidós. Pág. 94.

jueves, 29 de diciembre de 2016

Levántate, levántate, es la una por E Eme Cárdenas

Es difícil tratar de explicar ésto que en los últimos años ha tomado fuerza. El tema de que el binomio femenino y masculino no están atados necesariamente al sexo. Los más conservadores pueden elevar la voz cuando se trata de ésto, pero el sentido lo tiene cuando se está inserta en la creación, en el cuero propio.

Hay algo que nos es dado por la educación, y quizás por eso, cuando por fin en mí se condensó la fuerza de escribir, me sentía más cómoda escribiendo como un sujeto poético masculino. Traté de escribir como mujer, pero sentía que no tenía fuerza, que era débil; pero ese era el primer prejuicio.

Dado que era necesario escribir, seguí el instinto de escribir como si fuera hombre. Y sobretodo escribía narrativa. Debo confesar que era un poco confuso igualmente tratar de imaginar cómo piensa un hombre. Hice lo que pude. Y trabajé por un año en un taller, tratando de encontrar mis letras.

De pronto, más bien, con los años, la poesía se materializó dentro. Y lo femenino comenzó a tomar fuerzas sobretodo en los ultimos años, cuando los temas de género comenzaron a ser discusión pública, con el acuerdo de vida en pareja, con la gente saliendo del closet, con los travestis haciendo feminismo, con los gays amándose sin miedo en la calle.

Un hombre me dijo que la poesía es un lenguaje muy femenino. Eso, y también la confección de libros. "Hay que verla a usted como hace sus libros, cariño", me dijo otro hombre. Entonces me di cuenta que había estado buscando la identidad femenina, que la educación ha censurado en mi vida (que yo he permitido que se censure ya sea por el acoso o por lo que implica plantarse como mujer en la sociedad machista- que lentamente también sale del closet), y que siempre había estado allí cobrando fuerzas.

Judith Butler dice que en la cultura occidental, lo femenino se ha creado a través de lo jurídico, como la negación de lo masculino. Y allí, todo lo que es distinto a lo masculino, es lo femenino. Entonces, partiendo de eso, lo femenino tiene un amplio espectro de definición. Pero si no existiera lo jurídico, que representa a los seres humanos y les da derechos y deberes y representación ¿qué somos entonces?

Luego de mis periplos de la vida en pareja, he tratado también de responderme mis preguntas en ese espacio. Allí he aprendido que también tengo que saber qué quiero de mi vida, de la vida, para terminar traicionándome solo para para no estar sola. Y así en la escritura, también aprendo que no me tengo que traicionar, y una nueva voz ha surgido este año con el ejercicio de escribir, con el ejercicio de mirar y estar atenta y darle espacio a esa voz que aparece desde la sombra. Porque lo femenino aparece desde la sombra, como si fuera su naturaleza.

La admiración que me provoca Claudia Rodríguez, por ejemplo, una activista travesti, como ella misma se define, por su activismo en las letras, que tienen una profunda pulsión de erotismo oscuro. Un feminismo enrabiado, resentido y peleador. Cosas que una ha tratado de tapar, porque es incómodo habitar en lo femenino desde los dolores. Ella ha construido lo femenino desde el permitirse ser en el cuerpo, permitirse ser en la rabia, y desde ahí habitar (y gritar).

Entonces el experimento de darle espacio al género, que implica de por sí adoptar una postura política, ha hecho que el texto se amplie y hable con nuevas voces, dolorosas, claras y también risueñas. No hay una definición más que la que una puede darle. No hay una fórmula ni una forma.

La semana pasada soñé que bailabla flamenco y que en ese mismo sueño le enseñaba a alguien. Ese estado de tomar y plantarse como mujer fue tan potente, que me levanté con la fija idea de ir a bailar (cosa que he estado haciendo ya por dos semanas). Y allí, frente al espejo, me veo y uso la vanidad para bailar de la mejor manera que pueda (Vanidad que me enseñaron no era buena).

Anoche soñé que mi mamá venía a despertarme "Levántate, levántate, es la una". Y en el sueño, me levantaba y veía mi casa. Había en ella varias cosas que necesitaban de mi decisión para cambiar.

viernes, 16 de diciembre de 2016

"AUTOCONOCIMIENTO" por Sol Caraves


                Ayer estaba leyendo un libro de Pabla Pérez y de una pequeña afirmación se produjo un eco adentro mío que todavía no termina de concluir mientras escrito esta modesta reflexión. Básicamente decía que podemos curar intuitivamente nuestro cuerpo, sin la necesidad de otro legitimado por un sistema obsoleto y dañino como sería la medicina occidental, a través del autoconocimiento y la escucha de nuestras necesidades, puede sonar irresponsable, pero más allá del debate sobre acudir o no al médico, las pautas que te da son indicio claro de la evidencia de nuestra profunda desconexión y el desarraigo que sentimos con nosotrxs mismxs. Pabla hace un hermoso trabajo donde explica como ejecutar ejercicios de autoconocimiento o auto evaluación ginecológica ligando los malestares físicos con la alimentación, factores dañinos como los tratamientos hormonales y los desequilibrios físicos producidos por la historia que a través de la medicina seculariza los cuerpos, pero más allá de eso a lo que apunta es a generar una ruptura consciente con nuestras estructuras sociales internalizadas de la salud, reconectarnos con nuestro cuerpo, nuestro sentir y nuestras necesidades, sin miedo a experimentar y conocer los funcionamientos de nuestra corporalidad.
                El autoconocimiento es una herramienta indispensable para poder transitar de manera más saludable o menos desagradable este mundo que desde los orígenes de sus registros siempre parece venirse abajo, hoy parecemos siempre conectados a otras cosas, como nuestros teléfonos, con nuestros amigos, nuestro trabajo, nuestro hobby, podemos saber lo que pasa al otro extremo del mundo en segundos y acceder prácticamente a conocimiento ilimitado, pero volcamos toda nuestra energía para suplir esas necesidades exteriores a nosotrxs, muy pocas veces retornamos a la reflexión introspectiva, nos han y nos hemos disociado de nuestras emociones, pensamos todo en términos racionales. Sentarse un minuto para preguntarse “esto cómo me hace sentir”, sin que la mente intente clasificar, lograr mirarnos sin juicios, ni autoritarismos es clave para poder establecer una comunicación fluida primero con unx, y después con nuestro entorno.  
                Ahora bien, otro punto sobre esta desconexión: es muy difícil tener una identidad cuando la velocidad y el cambio constante en todos los ámbitos asechan nuestra estabilidad continuamente (sí, estoy hablando de Bauman) y los engranajes de un sistema simbólico atentan con la construcción de nuestra autoestima, este sistema de consumo está diseñado para que nos sintamos incómodos y mal con nosotros mismxs y nos crea necesidades para que sustituyamos ese vacío con cosas o servicios, los parámetros con los que solemos medirnos son ficticios, inalcanzables y si no salimos de ese círculo de insatisfacción viviremos condenados a una vida de mediocridad y tormento. Llevamos encima de nuestros hombros mandatos sociales tan arraigados que no sabemos si son deseos auténticos o impuestos por nuestra cultura y es nuestra tarea reconocerlos, digerirlos, desintegrarlos o reformularlos, los epicúreos dirían ataraxia, examina tus deseos naturales o innecesarios, aquellos que te llevan al placer auténtico o al vano dolor del alma.  


                Las corrientes de pensamiento, antes de la modernidad y el racionalismo, solían conectar nuestro lado racional, nuestro lado espiritual y nuestra corporalidad, generalmente situando al hombre en armonía con un cosmos o con la naturaleza, yo al leer a sobre la Devoción Moderna me imagino un espiral que conecta todas las cosas que viven o permiten la vida, nosotros no somos el espiral, el espiral nos atraviesa y no tiene espacio, ni tiempo y nosotrxs ninguna inferencia. Pero bueno, somos los protagonistas más nefastos que pudimos elegir, porque si el hombre (genérico de hombre y mujer) por ser racional se sitúa por encima de todo lo demás y está tan fragmentado y tomas sendas decisiones como el aniquilamiento y la autodestrucción de la vida, yo propongo que reescribamos el guion y que elijamos otros protagonistas, ni el hombre, ni dios, ni la razón. ¿Vos que protagonista propondrías para este guión?




   

jueves, 15 de diciembre de 2016

"EL FENÓMENO DE LA POESÍA" por E Eme Cárdenas

He vuelto a leer la entrevista que el poeta Silva Acevedo dio a un diario el 27 de Agosto de este año, luego de ganar el Premio Nacional de Literatura. No sé nada de él, nunca leí Lobos y Ovejas, ni tampoco sé sobre su influencia en la poesía. Cuando le preguntan por su poesía, afirma que es introspectiva. Lo que he leído y oído es que el poeta está escribiendo poesía desde un lugar en la academia. Y en esa misma entrevista, afirma que lo que ha enseñado Nicanor Parra es peligroso. Nicanor Parra, un ser juguetón que no le ha pedido permiso a nadie; que alguna vez le pidió permiso a Neruda y quien no lo entendió en su momento, lo que hizo que Nicanor Parra se mandara a cambiar y tomara el camino de Recordarse a sí mismo en todo momento. Cosa que Silva Acevedo dice haber aprendido del cuarto camino de Gurdjieff.

Por mi lado, no creo saberlo todo, pero en mi experiencia, la poesía se ha venido a vivir conmigo, a mi cama, a mi casa, camina conmigo, como podría ser la presencia de la muerte en los texto de Castaneda y Don Juan. Asimismo, si desapareciera de mí y mi vida, yo podría pensar que es la muerte, la nada, descrita en la Historia sin fin de Ende.

La poesía está un escalón más arriba de la vida corriente., dice Silva Acevedo en su entrevista. Y me pregunto a qué se refiere. Y por momentos pienso como si fuera algo religioso, dedicado a los que están encerrados en el monasterio, fuera de la vida diaria. Monacal, digamos. Podría decir, que quizás sospecho lo que quiere decir, pero es una frase capciosa publicada en un diario de tercera. La primera vez que lo leí me pareció pretencioso, como si solo supieran de poesía en el espacio cómodo de la academia literaria. La segunda vez que lo leí, me quedó la duda, y me puse a pensar en lo que sucedió la semana pasada, el martes 13 de Diciembre de 2016. Ese día presentamos luego de un año de trabajo, el libro La Ciudad del fallecido Gonzalo Millán (1947-2006).

Millán vivió en La Chimba, y luego estudió en el Victorino Lastarria. Hizo sus estudios en Concepción, y luego vuelve a Santiago para seguir artes de la comunicación en la UC. Fue en ese momento en que viene el golpe de estado de Augusto Pinochet. Millán tuvo que salir del país. Se radicó en Canadá dónde hizo un Master en Literatura Hispanoamericana, y donde también formó una editorial que publicó varios años a poetas que estuvieron en el exilio. Millán volvió a chile a mediado de los 90.

Bolaño dijo "la poesía de Millán, una de las más consistentes y lúcidas ya no sólo en el panorama chileno, sino latinoamericano, se erige durante algunos años como la única poesía civil frente al alud de poesía sacerdotal.

En la presentación de su libro La Ciudad, nos acompañó la poeta María Inés Zaldivar, quien fue pareja de Millán hasta su muerte. Ella tuvo el gesto de hacer un tributo, tras cumplirse diez años desde que falleciera en 2006. Algo inédito, y algo que me sorprendió de tal manera.

Cuando te vas al exilio -dijo- no te queda otra que estudiar o trabajar de aseador. Lo primero que hizo Millán fue estudiar e hizo un Master. Pero por mientras hacía todo eso, no podía dejar de pensar en Chile, y trataba de procesar el golpe y las consecuencias de ello en su vida. Hacía clases de español para los gringos, y mientras juntaba recortes de los titulares de los diarios en Chile; cosas que iban apareciendo, como por ejemplo un cuerpo de una mujer encontrado en la playa en Los Molles. Los titulares de los diarios decían que era un asesinato pasional. Pero se trataba de Marta Ugarte, quien había sido secuestrada por agentes de la DINA, y que había muerto como consecuencia de las torturas a las que fue sometida.

Casi cuatro años estuvo Millán pensando en que tenía que escribir, hasta que un día, se da cuenta que para poder escribir tenía que salir de donde estaba. Entonces Millán abandona su trabajo en la universidad y consigue un trabajo de aseador nocturno de oficinas, para dedicarse en el día a escribir por fin esto que tenía atorado.
Si una lee La Ciudad, puede notar cómo se realiza un ejercicio para mantener la memoria. Su forma, sus frases cortas, replican el método de enseñanza de español a los no nativos. Sujeto predicado. Es una enumeración de lugares comunes. La misma ciudad que una ha recorrido para llegar a un trabajo, que podría ser igual de aburrido que el de Millán antes de hacer el aseo.

Me recuerda a todas esas cosas que han hecho mis amigos, como por ejemplo, renunciar a hacer clases en escuelas privadas, para vender pescado, y luego lanzarse con el proyecto editorial que siempre imaginaron. Un proyecto de vida, más bien. Recordarse a sí mismos en todo momento.

Silva Acevedo tiene razón que quizás escribir de lo contingente sin situarse, sin hacer un ejercicio de autoreflexión, puede hacer que la poesía sea efímera. Pero así como hay poetas y poetas y poesía y poesía, también hay personas y personas. La poesía debiera tener la definición que cada ser pensante y que siente, puede definir. Nadie debiera decir que algo está a otra altura, como si fuera un modelo, un ideal, que pusiera distancia entre el creador y lo que sucede.


Porque al final de cuentas, es lo que nos sucede. Un fenómeno. Y como bien dice John Johnson Bacanalés, hay que buscar una disciplina para escribir. Ejercitar para que ese fenómeno sea más claro y vasto y puro.

sábado, 3 de diciembre de 2016

"Un Don" por Rodrigo Durán


Desde niño le pedía; a la hermana de la joven que me cuidaba, que me dibujara algo lindo, (yo en ese tiempo no tenía las habilidades de hoy) y me terminaba dibujando un “Tribilín”.
Cuando me lo entregaba era el más feliz de todos, y podía estar horas mirando las líneas y los colores y los detalles, me acostaba en el suelo y lo miraba…como si solo hubiera eso.
Después descubrí que mis tíos (por parte de mi mamá) también dibujaban, pero nunca lo desarrollaron (quizás porque sus padres nunca reforzaron en ellos, el desarrollar su creatividad, o no sé)
Por eso, cuando me visitaban, yo le pedía a mi tío Pato que me dibujara un águila…y me ocurría lo mismo que con “Tribilín”; podía estar horas mirando como lo hacía y como con un lápiz a pasta y una hoja de cuaderno,  alcanzaba para provocar la magia. Esta vez, hice más cosas y me atreví a calcarlo y replicarlo un montón de veces, hasta que quedara como yo quería.
Por esos años, salieron a la venta unos juegos para niños llamados “Calquitos” que consistían en unas láminas semi transparentes que contenían un montón de figuras que tu traspasabas a una suerte de cuadernito de colores con muchos y variados fondos, y los calcabas con un lápiz mina, rayándolos por detrás. Era extraordinario!  Y de nuevo podía pasar horas jugando con eso...
Tiempo después, crecí un poco más y en consecuencia de todas esas fascinaciones infantiles, pedí muchas veces que me dibujaran cosas y yo repetía el patrón o las calcaba o las pintaba o las mejoraba.
Una vez dentro del sistema escolar, nos hacían (según recuerdo) pintar con los dedos, cosa que a muchos niños les encantaba porque aquí podían hacer eso que en casa no los dejaban: mancharse. Recuerdo pintar grandes dibujos en cartulinas con las manos y a mí no me gustaba salirme de los encuadres por las líneas, y cuando otro niño o niña lo hacía yo me sentía  mal. Miraba como un dibujo tan lindo se echaba a perder por la culpa de unos pocos que no ponían amor o talento en lo que hacían; era raro, porque mi sensación más de enojo, era de impotencia; por el poco valor que daban a tan maravillosa oportunidad de crear.
Crecí y solía tener solo sietes en artes plásticas, era el elegido para dibujar en la pizarra para los demás en biología o ciencias, finalmente luego de varios años y ya egresado de la enseñanza media, me aventuro a decir que estudiaré algo con “dibujo” que por esos años…no había mucho.
Busque y busqué y dí con el diseño gráfico, una rama similar…pero nada que ver con el dibujo (por aquellos tiempos ser bocetista o dibujante en el mundo gráfico, era bien compensado) entonces, tuve que elegir…o me quedo esperando una vacante en alguna imprenta o similar…o me buscaba una pega para poder sacar adelante el sueño de tener una familia.
Solo después de pasar una buena cantidad de años; incluyendo tiempos en trabajos que tenían algo muy cercano a lo que sabía hacer; dí con un amigo que me dio la posibilidad de incluir algunos dibujos míos en su revista; la sensación fue como cuando Rocky Balboa sube las escaleras hasta la estatua de Rocky Marciano…después; me animé y seguí solo. En uno de esos instantes tuve un flashback del porte del Titanic y sufrí unos segundos por el tiempo perdido…pero mas temprano que tarde; retomé ese don…dibujar y hacerme un tiempo fue sagrado cada semana; para entender que cuando haces lo que más te gusta, no estas trabajando, estas fluyendo con eso que te dice…vamos, dale! Está quedando bueno! (todo esto casi cerca de los 33 años) Actualmente tengo 42, y continúo creando porque sé que algo de esto quedará para el mundo. Como escuché por ahí, ”…no me llevaré mi canción a la tumba;  mientras pueda cantarla, lo haré” RDH