jueves, 29 de diciembre de 2016

Levántate, levántate, es la una por E Eme Cárdenas

Es difícil tratar de explicar ésto que en los últimos años ha tomado fuerza. El tema de que el binomio femenino y masculino no están atados necesariamente al sexo. Los más conservadores pueden elevar la voz cuando se trata de ésto, pero el sentido lo tiene cuando se está inserta en la creación, en el cuero propio.

Hay algo que nos es dado por la educación, y quizás por eso, cuando por fin en mí se condensó la fuerza de escribir, me sentía más cómoda escribiendo como un sujeto poético masculino. Traté de escribir como mujer, pero sentía que no tenía fuerza, que era débil; pero ese era el primer prejuicio.

Dado que era necesario escribir, seguí el instinto de escribir como si fuera hombre. Y sobretodo escribía narrativa. Debo confesar que era un poco confuso igualmente tratar de imaginar cómo piensa un hombre. Hice lo que pude. Y trabajé por un año en un taller, tratando de encontrar mis letras.

De pronto, más bien, con los años, la poesía se materializó dentro. Y lo femenino comenzó a tomar fuerzas sobretodo en los ultimos años, cuando los temas de género comenzaron a ser discusión pública, con el acuerdo de vida en pareja, con la gente saliendo del closet, con los travestis haciendo feminismo, con los gays amándose sin miedo en la calle.

Un hombre me dijo que la poesía es un lenguaje muy femenino. Eso, y también la confección de libros. "Hay que verla a usted como hace sus libros, cariño", me dijo otro hombre. Entonces me di cuenta que había estado buscando la identidad femenina, que la educación ha censurado en mi vida (que yo he permitido que se censure ya sea por el acoso o por lo que implica plantarse como mujer en la sociedad machista- que lentamente también sale del closet), y que siempre había estado allí cobrando fuerzas.

Judith Butler dice que en la cultura occidental, lo femenino se ha creado a través de lo jurídico, como la negación de lo masculino. Y allí, todo lo que es distinto a lo masculino, es lo femenino. Entonces, partiendo de eso, lo femenino tiene un amplio espectro de definición. Pero si no existiera lo jurídico, que representa a los seres humanos y les da derechos y deberes y representación ¿qué somos entonces?

Luego de mis periplos de la vida en pareja, he tratado también de responderme mis preguntas en ese espacio. Allí he aprendido que también tengo que saber qué quiero de mi vida, de la vida, para terminar traicionándome solo para para no estar sola. Y así en la escritura, también aprendo que no me tengo que traicionar, y una nueva voz ha surgido este año con el ejercicio de escribir, con el ejercicio de mirar y estar atenta y darle espacio a esa voz que aparece desde la sombra. Porque lo femenino aparece desde la sombra, como si fuera su naturaleza.

La admiración que me provoca Claudia Rodríguez, por ejemplo, una activista travesti, como ella misma se define, por su activismo en las letras, que tienen una profunda pulsión de erotismo oscuro. Un feminismo enrabiado, resentido y peleador. Cosas que una ha tratado de tapar, porque es incómodo habitar en lo femenino desde los dolores. Ella ha construido lo femenino desde el permitirse ser en el cuerpo, permitirse ser en la rabia, y desde ahí habitar (y gritar).

Entonces el experimento de darle espacio al género, que implica de por sí adoptar una postura política, ha hecho que el texto se amplie y hable con nuevas voces, dolorosas, claras y también risueñas. No hay una definición más que la que una puede darle. No hay una fórmula ni una forma.

La semana pasada soñé que bailabla flamenco y que en ese mismo sueño le enseñaba a alguien. Ese estado de tomar y plantarse como mujer fue tan potente, que me levanté con la fija idea de ir a bailar (cosa que he estado haciendo ya por dos semanas). Y allí, frente al espejo, me veo y uso la vanidad para bailar de la mejor manera que pueda (Vanidad que me enseñaron no era buena).

Anoche soñé que mi mamá venía a despertarme "Levántate, levántate, es la una". Y en el sueño, me levantaba y veía mi casa. Había en ella varias cosas que necesitaban de mi decisión para cambiar.

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