viernes, 21 de octubre de 2016

"El Arte Inútil" por Sol Caraves


 Yo artista, yo migrante, yo Diotima, anoche un banquete, los chicxs de Mar del Plata, Córdoba, vino, fernet y coca, Trelew, las escuelas sobrepobladas, Basquiat y Platón.
 Hubo algo que fue como un sueño, o un advenimiento, creo que fue producto de tanta discusión que me quedó repercutiendo dentro, sumado al simposio del vino, y al cansancio y tener que leer tantísimo en tan pocos días, me acuerdo de sus discursos pero no de sus caras, y todo me parece latente, y siento que vamos a dar vuelta toda la vida sobre los mismos ejes, hasta que alguien nos tilde de pasado pisado y vaciemos de contenido una antigua forma, o mixturemos conceptos o inventemos otro paradigma. En fin, ¿a qué iba?, ¡ah! A los fragmentos que me quedaron de esas conversaciones, yo encontré que era la oportunidad perfecta de compartir estas impresiones, ¿o ustedes acaso en el colectivo le preguntan a sus contemporáneos cuál es el rol que el arte debe cumplir en nuestro tiempos globalizados? O ¿Cuál es el límite formal que puede diferenciar aquello que es arte de aquello que no lo es? O ¿Cuál es el paradigma de nuestra época? o ¿Cualquiera puede hacer arte, el arte se aprende? O esa serie de preguntas que no le interesan a nadie, porque a nadie le interesa el arte, ¿Por qué a nadie le interesa el arte? sujeto 1 me dice que la culpa de esto es la sobre teorización del arte, básicamente un daño irreversible que nos ocasionaron las vanguardias.

-“Un laburante, o una laburante, o un pibe de la villa la verdad que no va a ir a un museo porque no entiende lo que ve, si vos le mostrás un frasco con caca en un podio y le decis que es arte, se te va a cagar de risa, esa es la gran problemática del arte de nuestro tiempo, que la academia, y las vanguardias alejaron al arte de las personas, le arrebataron la posibilidad al común de la gente de disfrutar del arte como tal, por eso después de las vanguardias volvemos a lo figurativo, pero esa ruptura ya está, nos fuimos a la mierda ”- yo no digo nada, pienso en el placer estético que obtengo de la contemplación, es un proceso cuasi erótico secreto que ejercito a diario, una estremecimiento sensual que me produce desde la proyección de una sombra sobre una textura indeterminada, la estatua de la mujer gigante que cruzo todos los días en el parque Lezama, un cuadro de Rubens o las composición de algunos edificios y sus ventana. ¡Oh placer estético! Bendito tú eres entre todos los placeres, y bendito es el fruto de tu vientre la devota vocación.

- “Es verdad que la academización del arte tiende a separar al arte de la vida”- le digo yo –“Pero esa no es culpa de las vanguardias, ni de la teorización, yo creo que esto enriquece el arte, es importante que la obra tenga un discurso sino caemos en el sinsentido, ahora sí te concedo que lo que mató al arte y al discurso, y posibilitó la emergencia de caca conceptual es el mercado del arte, imagínate tú por ejemplo a Koons, que no produce obra, que tiene a 20 empleados artista y diseñadores y la mejor tecnología para crear estatuas monumentales que vende por más de 50 millones de dólares, el loco no produce obra, ni siquiera la diseña, se apropia de otras figuras y le pide a sus empleados que conviertan esa forma en una gigantografía, él es dueño de una idea, una idea vacía que agrada a las masas y él se convierte a sí mismo en un productor, es doctor en arte, tiene una academia y un mercado que lo respaldan, y bobos multimillonarios que compran su obra para evadir impuestos o lavar dinero”- Sujeto 2 dos me comparte un trago y se adelanta –“Pero imagínate que ya no hablemos de la obra en sí, para mí hay que ir más allá, pensar en que el problema es que valoramos más el producto final, la obra en sí, el objeto material con el que comercian las galerías, que el trabajo que hay detrás de eso, por eso para mí hay que destruir la obra de arte, como manera de democratizar el arte poner todo el énfasis en el proceso, en la expresión, para que todxs podamos hacer arte” – Pienso en Pollock y en la matemática fractal que hay en la pura abstracción-intuición de su obra, pienso en Beuys y su coyote en el altillo,  y pienso en Brea, en su intención de desmaterializar el arte para que evolucione y sea puro concepto y sea libre y luego pienso en el ArteBa en 2011, donde un artista conceptual-Carlos Herrera- recibió $12.000 argentinos para subsidiar su obra y ganó un premio de $50.000 argentinos –“¿ Y su obra cómo era?”-  Un calamar podrido adentro de unos zapatos. Entonces me lo imagino, o lo veo a Platón -a los platónicos siguiéndolo en Instagram- como un neo Hipster barbudo con una galería con nombre “Mimesis” que se compró con la plata de su familia sojera en el corazón de Recoleta, desdeñando la figuración y ovacionando al concepto, a la idea, evidenciando el discurso de mierda que nos tenemos que bancar intrínsecamente en cada reunión familiar, que el arte no sirve para nada (los artistas debían ser expulsados de la república para Platón y de la sociedad para los fachos de hoy). El arte es inútil, nos duele de primera escucharlo, parece devastador que algo tan preciado pueda ser inútil, pero es así, lo decía Wilde (con otro sentido por supuesto), lo decía Platón y lo digo yo, el arte no tiene la obligación de ser útil para con nada, es autónomo y encuentra fin en sí mismo, el arte es libre y mutante como la esencia creativa que lo impregne, el arte es inútil como el amor y yo quiero ser inútil como el arte.  







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