lunes, 28 de noviembre de 2016

"La ciudad inalámbrica" por Jhon Bacanalés



Las ciudades son una especie en extinción. Ya no hay necesidad de crear redes públicas análogas-empíricas-electrónicas- sustantivas como tiempo atrás. Uno está a 30 segundos de todo el “conocimiento” del mundo y  viceversa [pongo la palabra conocimiento entre “” porque en realidad no es un verdadero conocimiento, sino, más bien  un conocimiento representativo común de las cosas; pero ese es tema para otro curso]. A esto queda reducida la experiencia de estar vivo, a una representación inmediata brindada por el dispositivo o aparato tecnológico de moda. ¿Qué necesidad hay salir a pasear por las callecitas del barrio, si podemos navegar desde la comodidad del asiento, pinchar la aplicación google heart y recorrer el lugar que se plazca? Como bien se podrá dar cuenta mi querido(a) lector(a), la especie humana de raza citadina está condenada a un sedentarismo extremo y morbosa obesidad. Solamente se ejercitan  pequeños músculos, principalmente los que tienen que ver con la coordinación óculo-dactilar y el resto del cuerpo resulta ser un apéndice primitivo no acorde a los tiempos actuales. ¿Qué se puede esperar de nuestras ciudades, si ya nuestros cuerpos biológicos se están atrofiando? o aún más acotado, ¿Cuál es el futuro que le depara a nuestro barrio  y a nuestras rodillas que tienen que soportar demasiado peso? Basta recordar el extinto barrio El Llano en  la comuna de San Miguel y la crueldad hecha concreto en la comuna de Estación Central, más específicamente en General Velázquez con Alameda. Como bien se podrá dar cuenta, cuando uno contempla demasiado un problema, ese problema empieza a habitar dentro de uno. ¿De dónde nació toda malformación de habitar el mundo? ¿Será desde el vacío interno de sus habitantes? ¿o desde el criterio y buen sentido del negocio que tienen sus autoridades?.
El problema ya está instalado, la extinción de las ciudades y  también la de sus habitantes.
Yo por mi parte sé muy bien cuál es la receta para recuperar las fuentes de protocultura (prototipo de cultura) simplemente tenemos que recurrir a nuestra condición natural de criaturas conscientes e inteligentes: cuidar mantener y conservar; el respeto como disciplina. Basta con recoger la basura de la vereda de tu casa –si es que aún tienes casa y no vives en departamento- y regar el árbol que está enfrente, además de caminar con tus seres queridos al parque y pisar el planeta tierra con los pies. Todo esto tiene que ser en el anonimato absoluto a partir de la voluntad, y no de la  burda representación de una selfie (fotografía tomada a uno mismo por uno mismo) haciendo las tareas ya descritas; empero carecería de importancia y fundamentación el riego de las plantas el aseo de las veredas. 


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