viernes, 11 de noviembre de 2016

"Perséfone"por Sol Caraves

              Elegí analizar esta obra de Bernini porque desde el primer momento en que la vi me suscitó dos impresiones contrapuestas, cuando se busca la escultura por internet, el primer encuadre que aparece es un recorte de medio cuerpo donde las manos de Plutón aprietan el orgánico cuerpo de Proserpina; este encuadre despertó en mí una sensación de admiración, al ver como el mármol pétreo es capaz de representar con tanto realismo y erotismo la plasticidad de la carne, inevitablemente asocié la representación a un juego entre amantes. En segunda instancia cuando vi la fotografía de la estatua completa, la mano alejando el cuerpo de Plutón, la dramática torsión del cuerpo de Proserpina y su gestualidad entre agónica y rendida, inevitablemente asocié la representación a una violación, y a partir de este choque perceptivo entre erotismo y violencia, se evidenció para mí la relación entre representación y legitimación, reafirmándose el rol secundario de la mujer, desde la negación de la palabra y por tanto de la elección. El presente ensayo pretende ser una breve síntesis de los tratamientos discursivos de la cultura griega y romana para legitimar la subordinación de la mujer.         


            Proserpina, diosa de la primavera romana, es la reinterpretación barroca de Bernini de Perséfone, el mito cuenta a través de ella la secuencia de las estaciones. Perséfone fue raptada por Hades para ser su mujer en el inframundo, su madre Deméter, diosa de la naturaleza, por la tristeza de su perdida dejó sin cosecha a los hombres, entonces Zeus intervino para que los hombres no murieran de hambre y pactó con Hades el regreso de Perséfone a los brazos de su madre, Hades engaña a Perséfone haciéndola comer las semillas de una granada dejándola atada de esta manera para siempre al inframundo. Así Perséfone debe repartir su tiempo entre su madre y su marido, y las animosidades de Deméter se reflejan en las estaciones, cuando Perséfone sube empieza a florecer la primavera, cuando llega a estar con su madre es verano, mientras desciende se vuelve otoño y cuando vuelve al Hades se vuelve invierno en la tierra. El mito romano es bastante similar, sólo que el secuestro de Proserpina por parte de Plutón es motivado por el flechazo de Cupido, quien fue enviado por Venus.

Tanto en la sociedad romana como griega, la vida política y social se establece bajo parámetros religiosos, entonces sí “la función principal del mito es revelar los modelos ejemplares de todos los ritos y actividades humanas significativas: tanto la alimentación o el matrimonio como el trabajo, la educación, el arte o la sabiduría.”[1] y es a través de esta determinada narración sagrada como se legitiman o definen los roles sociales,  podemos interpretar a través de la justificación de los modelos divinos qué por una parte es legítimo que los hombres rapten y objetualicen a las mujeres en pos de hacerlas sus esposas, y así mismo qué Perséfone, dada su condición de mujer por su torpeza –comerse la granada- no está capacitada para tomar decisiones, no tiene derecho a elegir, no tiene voz, ni palabra. Por otra parte, Deméter, dada su condición de madre, es decir, realizada su función reproductiva de mujer-madre, sí es portadora de la palabra, y puede ejercer la resistencia de su función elemental, otorgar o restringir su fertilidad –dar vida a la tierra, a las cosechas, a los hombres- ahora bien, si entendemos a “la interpretación micro-macrocósmica de la relación entre la sociedad y el cosmos, el paralelismo entre las dos esferas se extiende típicamente a los roles específicos. Estos son entendidos como reiteraciones miméticas de las realidades cósmicas, que se supone, representan,”[2]  este mito básicamente ilustra que, primer lugar, es inevitable devenir esposa y ser relegada a un espacio específico por los hombres –el inframundo o el Gineceo- en segundo lugar, que es a través de la función reproductiva que las mujeres pueden validarse ante la sociedad.

            La sociedad Romana en “esencia es siempre religiosa, ya que significa un salto más allá de la experiencia”.[3] la vida romana tanto doméstica como pública está impregnada de rituales religiosos que ayudan a sostener la estabilidad política del conjunto social y reforzar los lazos entre su comunidad, así mismo la mentalidad del hombre romano es fundamentalmente práctica, y nace de la conjunción entre la mentalidad campesina y militar. A partir de esto podemos entender su fascinación por la tierra, en aras de su proyecto expansivo. La finalidad práctica proyecta su acciones o estrategias hacia un fin determinado por tanto la sociedad romana se concibe como inclusiva; los romanos no tienen problemas en integrar y absorber otras creencias, otros dialectos, otras filosofías o formas artísticas a su imperio con tal de expandirse y pasar a la historia. El hombre romano es también hombre de tradiciones, de esta manera la estructura del núcleo doméstico, el paterfamilia, será el arquetipo para la construcción de su Imperio. ”La religión romana fue primerio la religión de la familia y, luego, de su extensión, el Estado. La familia estaba consagrada y, por tanto, también el Estado.”[4]

El hombre griego, más que práctico es contemplativo, intenta comprender el mundo bajo una cosmovisión ordenada y completa regida por relaciones de índole lógica y racional, ligada a una concepción espiritual “la ciudad griega y sus instituciones subsidiarias siguieron legitimándose sobre bases religiosas y estas legitimaciones hasta pudieron dilatarse para abarcar el imperio Romano” [5] lo religioso se fundamenta a través de lo racional , “mediante la postulación del alma como fundamento del orden racional del mundo”[6] podemos afirmar entonces que la sociedad griega así como la romana es esencialmente religiosa,  Vernant lo grafica muy bien al explicar que “las decisiones de las asambleas se refieren a un fututo que continúa siendo fundamentalmente opaco y que la inteligencia no puede captar completamente. Por lo tanto, es esencial poder dominarlo en la medida de lo posible con otros recursos que pongan en juego no ya medios humanos, si la eficacia del rito.”[7]

La concepción de libertad para el hombre griego está intrínsecamente ligada con la concepción de orden y equilibrio que debe establecerse entre las relaciones de sus habitantes, en el arte, en la filosofía y en los rituales.  De esta manera aquellas prácticas que tiendan a acentuar desigualdades sociales son censuradas ya que “crean disonancia en el grupo y ponen en peligro su equilibrio, su unidad y dividen la ciudad contra sí misma (…) se esfuma entre los ciudadanos la diferencia de costumbre y condición a fin de aproximarlos a los otros y unirlos como miembros de una sola familia”[8]  es de suma importancia el adecuado uso de la palabra pública, ya que esta se relaciona íntimamente con ejercicio político “El arte político es, en lo esencial un ejercicio del lenguaje; y el logos, en su origen, adquiere conciencia de sí mismo, de sus reglas, de su eficacia, a través de su función política”[9],  En una sociedad que se construye a través de la palabra pública masculina, donde se aspira al orden y equilibrio lógico, Pandora entonces justifica la posición inferior de la mujer a través de un gran error, prueba que el género femenino no está capacitado para tomar decisiones por sí misma, por consiguiente las  mujeres deben cargar con la irresponsabilidad de Pandora y siendo indignas de ejercer la palabra pública.

            La mujer griega entonces, carece de palabra y sexualidad, ya que el placer es sólo para hombres iguales por su característica racional, el rol femenino se limita a ser hija y esposa de un ciudadano, es decir un útero “un hombre (griego) se casaba principalmente para asegurar la continuidad de la familia y la de la ciudad, al despedir a su mujer estéril no hacía sino cumplir una obligación patriótica y religiosa” [10] la educación se limita al cuidado de otro, marido e hijos, “Un ciudadano ateniense se casa esencialmente para tener hijos; espera que éstos no sólo lo cuiden de su vejez, sino, sobre todo, que lo entierren según los ritos y continúen después de él el culto familiar[11] y al cuidado del hogar. La formación para ser esposas, sin embargo, es privilegio sólo de mujeres aristócratas, las mujeres de estrato bajo que no son dignas de ser esposas se transforman en concubinas o prostitutas, y en el mejor caso en hetairas, esclava que dentro de un contexto privado puede utilizar la palabra masculina. Las esposas, sirvientas e hijas griegas debían tener poca exposición pública, permaneciendo confinadas al ámbito privado del Gineceo, muy pocas veces abandonan su lugar, sólo para celebraciones especiales y compras necesarias, vivían entre ellas y no debían exponerse.

            De modo similar en el mito fundacional de Roma, no hay mujeres, las sabinas son raptadas de sus tierras y aceptan su posición de subordinación en tanto qué se les concediera una simplificación de tareas domésticas, es así como se alejan de las tareas relacionadas con la carnicería, excluyéndoselas de la escena sacrificial. La representación de las mujeres como extranjeras evidencia su condición de ser otro “Subordinadas, (las mujeres) existían por el marido y en relación a la acción de éste, pero indispensable como eran para que el esposo estuviera completo, las mujeres tenía un papel religioso muy específico”[12]
           
            La mujer en Grecia no es sujeto político, ni jurídico, no es ciudadana, sólo existe a través del varón, primero decide su padre por ella y luego su marido, el único cargo público al que puede aspirar la mujer como sacerdotisa es siendo elegida en una asamblea masculina. Las mujeres tocan las puntas impuras de la vida -nacimiento y muerte-,a aquello que es misterioso y sagrado “Porque las mujeres, debido a ese “salvajismo” que le es inherente, y que no es sino otra manera de nombrar su “alteridad” con respecto de los hombres pueden tener acceso sin peligro a esa fuente de deshonra, pues ellas son sus intermediarias naturales”[13] su tarea es ser intermediaria entre la vida y la muerte, lavando el cuerpo ensangrentado del recién nacido y el cuerpo del muerto para ser exhibido, no forman parte del ritual del sacrificio público, sólo puede aspirar al protagonismo dentro del ámbito privado de rituales específicos, para hacer efectiva la palabra misteriosa, por ejemplo una vez al año se juntan en las Tesmoforias las mujeres casadas para celebrar a Deméter y Perséfone, en una ceremonia secreta y exclusiva invocan la fertilidad de las cosechas, refuerzan el vínculo entre ellas y consagran su función procreadora.   

            La mujer romana tampoco interviene en la política, y también es esencialmente formada para ser esposa y dominar el ámbito doméstico, no puede sacrificar, ni participar del sacrificio, salvo en extrañas ocasiones, pero puede ocupar un lugar en el sacerdocio como acompañante. “Sometidas, ciertamente, a los hombres y relegadas a tareas marginales, cumplían tareas esenciales para la supervivencia de Roma. No sólo como elemento indispensable de la vida social, cuyas funciones reproductoras eran celebradas por una serie de ritos y cultos, sino también como articulación insoslayable de la vida pública.”[14] en sintesís, y al ser construidas como el sujeto otro .”las mujeres se encargaban de los ritos que la ley del país prohibía celebrar a los hombres.”[15]


             Intenté ejemplificar como se restringió a las mujeres romanas y griegas de la antigüedad, a través de las violentas legitimizaciones míticas –como es el rapto de Perséfone- y las construcciones discursivas –la negación de la palabra-, a un lugar secundario y marginal que los hombres no quisieron ocupar

            Separando a las mujeres de aquellas actividades que tienden a la liberación          , como lo son la sexualidad, el cuerpo y el conocimiento, se evidencian los modelos de conducta morales construidos para la mujer, del vicio o la virtud, que nos rigen hasta la actualidad, se refuerza el modelo positivo de la reproductiva-esposa-tejedora opuesto al modelo de anomico, ligado a los excesos y la liberación sexualizada, de las Bacantes y Miníandes “el exceso que transforma en Bacantes entregándoles desenfrenadamente al desborde de la locura hasta la muerte, Así se infringe la doble actividad que define a la esposa griega en la ciudad, el tejido y la maternidad, recíprocamente emblemáticos[16] 
si bien más de quince siglos nos separan de estas mujeres, podemos convenir que la perdurabilidad de este discurso patriarcal y hegemónico es efectivo porque se encuentra arraigado en nuestra subjetividad occidental y requerirá una ardua tarea desconstruirla o desarraigarla porque“vivir en el mundo social es vivir una vida ordenada y significativa. La sociedad es el guardián del orden y el significado no solo en el plano objetivo, en sus estructuras institucionales, sino también en el subjetivo, en su estructuración de la conciencia individual. Es esta la razón por la cual la separación completa del mundo social o anomia constituye una amenaza tan grande para el individuo.” [17]
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[1]  Mircea Eliade, (1999) Capitulo 1 “La estructura de los mitos”, en Mito y Realidad, Barcelona, España, Editorial Kairos..Página 16   
[2]  Peter Berger, Op.Cit.. Página 54
[3] Haynes Barrow (1991) “Los romanos”, en Los romanos, Buenos Aires, Argentina, Editorial F.C.E P. Página 12.
[4] Haynes Barrow (1991) Op. Cit.Página 16
[5]  Peter Berger, Op. Cit. Página51
[6]   Peter Berger, ídem.
[7] Jean Pierre Vernant, (1965) Capitulo IV, “El universo espiritual de la Polis”, en Los orígenes del pensamiento griego, Barcelona, España, Editorial Paidos. Página 44.
[8] Jean Pierre Vernant, Op. Cit. Página 50
[9]  Jean Pierre Vernant, Op. Cit. Página 39
[10]  Robert Flanciere, (1959) “Mujer, matrimonio y familia” en La vida cotidiana en Grecia en el siglo de Pericles, Buenos Aires, Argentina, Librería Hachette  Página 75
[11] Robert Flanciere, (1959) Op.Cit. Página 66
[12] Louise Zaiman, (1991) “Las hijas de Pandora. Mujeres y rituales en las ciudades”. En Duby G. y Perrot, M. Historia de las Mujeres. Tomo I. México, Taurus Página 470.
[13] Louise Zaiman, (1991) Op. Cit. Página 435.
[14]  Perrot, Duby, (1992) “Extranjeras indispensables”, en Historia de las mujeres. Tomo II, México, editorial Taurus, 1992, Págnia 475
[15]  Perrot, Duby, (1992) Op.Cit. Página. 456.
[16]  Louise Zaiman, (1991) Op. Cit. Página .417
[17]  Peter Berger, Op. Cit.. Página 35.


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