jueves, 24 de noviembre de 2016

LA CIUDAD INVISIBLE por Elizabeth Cárdenas


Mis primeras vinculaciones conscientes con (en) la ciudad, se inician por la lectura de dos grandes poetas: Elvira Hernández y el fallecido Gonzalo Millán. Los poemarios que ellos escribieron: La Ciudad, Gonzalo Millán en 1979; Santiago Waria (ciudad en mapuzungun), Elvira Hernández en 1992; ambos serán próximamente publicados por la editorial La Joyita Cartonera. El texto de La Ciudad fue revisado por Gonzalo Millán antes de su muerte en 2006; y Santiago Waria (poema "S" del poemario del mismo nombre) de Hernández, es publicado junto a un poema inédito "Santiago Rabia”. Implícita o explícitamente, los dos textos se relacionan con la ciudad de Santiago de Chile.
El motivo principal -como editora- para publicar estos textos y autores, es un ejercicio de Memoria intangible, de recordar, reconocer las miradas heterogéneas a la memoria historiográfica, la mirada de los individuos a través de los sujetos poéticos. Ya sea desde el exilio en dictadura, o en la dictadura del sistema económico. La ciudad y su espacio público, son modificados por terribles sucesos históricos o por “la modernidad”. Hay una reflexión sobre su cambio, su caída, distinta a la historia exitista oficial, la de las monumentos, las de calles con nombres de héroes, los aeropuertos y centros comerciales.
La ciudad poetizada por Millán, tiene mucho de Las ciudades invisibles de Italo Calvino. El poeta describe una ciudad que se recorre se vive desde los recuerdos. Ciudad que fue habitada en un contexto social del gobierno de la UP, que se transforma y cae con el golpe de estado de Augusto Pinochet. Elvira Hernández por su lado, describe una ciudad en cual el sujeto poético es impactado por la nueva ciudad con sus autopistas neoliberales, donde todo camino conduce al mall, y si no se está en el mall, hay que hacer como que se está en el mall. La Ciudad de Hernández es una ciudad sucia, desordenada y mestiza.
De acuerdo al texto de Harvey (Ciudades rebeldes, del derecho de la ciudad a la revolución urbana), es a través de la poesía, que los sujetos poéticos describen reconocen una misma ciudad sitiada atemporal, una ciudad en transición, y luego la ciudad del nuevo modelo económico. La ciudad de Santiago ha sido transformada en su arquitectura. La burbuja inmobiliaria hace imposible habitar en ciertas comunas de Santiago (si no se tiene el poder económico suficiente). Ello fuerza a la clase trabajadora a buscar vivienda en las afueras de la ciudad (en el margen de ella) o en zonas despojadas de crecimiento (aunque latente en ellas), que luego serán compradas por inmobiliarias. Dichos barrios serán reemplazados por más edificios, como ahora sucede en algunos puntos. En la ciudad (en Santiago) se puede reconocer la burbuja inmobiliaria y el crecimiento indiscriminado, que va reemplazando los terrenos cultivables por edificios o viviendas, o donde el retail en esta demostración de crecimiento vía gigantes edificios se impone de manera descontrolada. Así se erige el edificio Costanera Center como un monumento, un menhir, un símbolo de la acumulación económica que se proyecta sobre el resto de la ciudad sin igual. Ese es el nuevo monumento de la ciudad, que ahora se ve proyectado como símbolo de la ciudad misma, sin que se haya establecido de parte de la opinión pública, sino de parte del sector privado.
El movimiento editorial cartonero, que surgió luego de la crisis del corralito en Argentina (2003) se ha expandido en Latinoamérica como una contracultura a las “industrias” del libro, como respuesta a una crisis donde el que no tiene dinero, no accede fácilmente a la obra ni al conocimiento.
Si me pongo a pensar en por qué he escogido empeñarme en lograr este tipo de publicaciones, principalmente ha sido como una reacción a la desaparición de los barrios, y la pérdida de la memoria que me afecta tras este cambio propio de la gentrificación de la ciudad. “Qué había aquí antes”, me digo a veces, y es también lo que ocurre en la historia colectiva: “qué había aquí antes”, antes de este comportamiento de las masas, antes de cualquier violencia. ¿Qué era lo que ocupaba antes la ciudad? No quisiera retroceder a épocas anteriores, más bien apelo a esa pregunta de ¿qué valioso fue reemplazado por la basura, por el grito y el empujón? Quizás lo que había allí antes era la palabra respeto, ese espacio donde tú y yo, sumados, somos un ser tercero que lleva lo mejor y más crítico de nosotros. FIN

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